31-03-2025
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Confiar en Dios en medio de la tormenta

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Hay momentos en la vida en que todo parece derrumbarse: las puertas se cierran, las fuerzas flaquean, y el alma siente que camina por un desierto seco, sin horizonte a la vista. Tal vez estás pasando por una crisis familiar que no esperabas, un problema económico que te ahoga, una enfermedad que sacudió tu hogar, o simplemente una tristeza inexplicable que te roba la paz. En medio de esa tormenta, hay una verdad que permanece: Dios no te ha dejado ni por un segundo.

La Palabra de Dios está llena de promesas que nos recuerdan que, aun cuando todo alrededor se oscurece, Él sigue siendo nuestra luz, nuestra roca y nuestro refugio.

“Jehová es mi pastor; nada me faltará.

En lugares de delicados pastos me hará descansar;

Junto a aguas de reposo me pastoreará.

Confortará mi alma…”

— Salmo 23:1-3 (RVR1960)

Dios no prometió una vida sin pruebas, pero sí nos prometió su presencia constante. Jesús mismo dijo:

“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz.

En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.”

— Juan 16:33 (RVR1960)

¿Cómo confiar cuando todo va mal?

Confiar en Dios no significa negar la realidad de lo que vivimos, sino afirmar la realidad de lo que creemos: que Dios está con nosotros, aún cuando no lo sentimos. Que sus planes son más altos y que Él está obrando incluso en el silencio.

“Aunque la higuera no florezca,

Ni en las vides haya frutos…

Con todo, yo me alegraré en Jehová,

Y me gozaré en el Dios de mi salvación.”

— Habacuc 3:17-18 (RVR1960)

Este tipo de fe no nace de una vida fácil, sino de una decisión diaria de creerle a Dios por encima de las circunstancias. Y cuando decidimos confiar, aunque tiemblen nuestras rodillas, Dios responde con su paz, con su consuelo y con la fuerza para seguir.

“Los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas;

levantarán alas como las águilas;

correrán, y no se cansarán;

caminarán, y no se fatigarán.”

— Isaías 40:31 (RVR1960)

No estás solo. No estás olvidado.

Tu historia no termina en el valle. Dios tiene la última palabra, y esa palabra es vida, restauración y esperanza. Aunque hoy no veas la salida, Dios ya está trabajando en lo que vendrá. Y será mejor de lo que imaginas.

Confía. Respira. Ora. Avanza.

Porque cuando todo se tambalea… Dios sigue firme.

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