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Del narco al altar: cuando Cristo entra a una celda, lo cambia todo

Por el equipo de redacción de Eco Cristiano, con base en un artículo original de Javier Bolaños para The Christian Post.

Por el equipo de redacción de Eco Cristiano, con base en un artículo original de Javier Bolaños para The Christian Post.

Hay historias que parecen escritas para recordarnos que el Evangelio sigue siendo poder de Dios para salvación. Una de ellas es la de Rafael Martínez, un pastor dominicano radicado en Nueva York, cuya vida dio un giro total en medio de los muros de una prisión. De traficante de drogas en el Bronx, pasó a ser predicador del Evangelio, restaurador de vidas y empresario en el sector de la construcción.

Tenía apenas 24 años cuando fue arrestado tras un operativo en el que siete detectives le dispararon. Salvó su vida de milagro, pero fue condenado a ocho años de cárcel. Ahí, lejos del vértigo de la calle y de los aplausos del dinero fácil, encontró algo más fuerte que cualquier adicción o ambición: el llamado de Dios.

En una entrevista con The Christian Post, Martínez relató el momento decisivo: “Cuando estuve preso, un hombre entró a la prisión predicando que hay que acordarse del Señor en los días de la juventud; eso impactó mi vida”. Lo que siguió fue un proceso de arrepentimiento profundo, de lágrimas en los pasillos y de decisiones concretas: terminó sus estudios, se formó en Teología y Hermenéutica, y comenzó a caminar en una fe que hoy, 35 años después, sigue firme.

Actualmente lidera, junto a su esposa Antonia, el Centro Internacional de Adoración Habacuc 3.2 en el Bronx. También ha fundado una empresa de construcción y trabaja en programas carcelarios y de ayuda comunitaria, dando abrigo, alimento y esperanza a los más olvidados.

“Sí se puede estar en Cristo. Él me cambió”, afirma con convicción. Y no lo dice desde una tarima lujosa, sino desde las heridas que el pasado dejó y que ahora son testimonio de restauración.

En un tiempo en que muchos dudan del poder transformador del Evangelio, la historia de Rafael Martínez nos recuerda que la cárcel no es el final cuando Cristo se encuentra en el camino. Es más, para muchos, como él, es el principio de una vida verdaderamente libre.

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