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Javier Milei, el Estado y Jesús: entre la furia ideológica y el mensaje del Evangelio

La inauguración del mayor templo evangélico de Argentina, “Portal del Cielo” en Chaco, con capacidad para 20 mil personas, el pasado fin de semana se convirtió en una vitrina no sólo religiosa, sino también política e ideológica.

El presidente argentino Javier Milei, invitado al acto, no desaprovechó la ocasión para desplegar su visión radical, que mezcla su discurso antipopular, ataques virulentos a la institución del Estado y una interpretación personalísima de los valores judeocristianos, al tiempo que pastores como Jorge Ledesma y Guillermo Maldonado festejaban con aplausos los exabruptos presidenciales. 

Lo que debía ser una jornada de unidad espiritual se convirtió en un escenario de controversia teológica y confrontación social. En su intervención, Milei calificó al Estado como una manifestación del “maligno”, afirmación que generó un inmediato y firme rechazo, incluso desde sectores evangélicos afines a su gestión. 

El pastor Jorge Ledesma -líder de la iglesia evangélica Portal del Cielo- dijo Radio Mitre, qué “la visita de Milei fue algo “histórico” ya que se trata de la primera vez que un jefe de Estado asiste a una iglesia evangélica para un evento semejante. Luego se dedicó a justificarlo diciendo que el presidente no habló en sentido literal.

En cambio el pastor y diputado provincial Walter Ghione, referente del partido evangélico UNO en Santa Fe, salió al cruce de las palabras del mandatario. “El Estado no es en sí mismo ni bueno ni malo, es una herramienta. Lo que define su valor es cómo se gobierna y con qué principios”, explicó Ghione, quien además recordó que Romanos 13 enseña que “toda autoridad proviene de Dios”.

La crítica del pastor y legislador, que también comparte la posición ideológica de derecha, no fue un ataque político, sino más bien una matización. Ghione reconoció coincidencias con Milei, como el señalamiento de que el colectivismo ideológico es peligroso. 

Walter Ghione fue claro al advertir que ningún sistema económico, ni siquiera el capitalismo, puede adjudicarse automáticamente un carácter divino: “Puede ser instrumento de bendición o de destrucción, según el corazón de quienes lo implementan”.

Milei, cuya postura se autodefine como libertaria, ha encontrado eco entre algunos sectores evangélicos por su énfasis en la libertad individual, el rechazo al populismo y su defensa de la propiedad privada. 

Sin embargo, su retórica agresiva y su desprecio absoluto por lo público contrastan con el mensaje de Jesús, que no vino a abolir las estructuras humanas, sino a redimirlas desde dentro. El Sermón del Monte no predica el odio, la imposición ni la codicia; habla de mansedumbre, misericordia, justicia y reconciliación.

Cuando el presidente argentino reduce la justicia social a “envidia con retórica”, no sólo incurre en una simplificación peligrosa, sino que borra de un plumazo una parte esencial del legado bíblico. 

La justicia social —como bien recordó Ghione— tiene origen en las Escrituras: está en la Ley de Moisés que promovía el perdón de deudas, el trato justo al extranjero, la solidaridad con los pobres y los salarios dignos. Es un principio que no nace del marxismo, sino del corazón de Dios.

El discurso de Milei, además, refleja una peligrosa instrumentalización de la fe: utiliza símbolos y conceptos religiosos para justificar su guerra ideológica contra todo lo que huela a lo colectivo, lo solidario, lo estatal. Pero Jesús no odió a los recaudadores de impuestos sino que los llamó. No condenó al Estado romano sino que proclamó un Reino distinto. Y cuando habló de autoridad, lo hizo para enseñar servicio, no para fomentar la confrontación.

La advertencia final del pastor Ghione no puede ser más oportuna: “La batalla cultural no se libra con prepotencia, sino con verdad, compasión y testimonio”. El Evangelio no necesita gritones que lo secuestren para sus banderas políticas. Necesita testigos que lo vivan con humildad, mansedumbre y amor. 

Si Milei quiere seguir invocando la herencia cristiana, deberá empezar por escuchar con atención las palabras del Maestro, no sólo las del mercado.

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