Maurilio Ambrocio, un pastor evangélico de origen guatemalteco, fue deportado recientemente por las autoridades migratorias estadounidenses, tras vivir más de veinte años en Florida y pastorear una pequeña congregación hispana. La noticia ha conmovido tanto a su comunidad como a quienes siguen de cerca la política migratoria en Estados Unidos.
Ambrocio, de 42 años, lideraba la Iglesia Santidad Vida Nueva en Wimauma, una localidad agrícola en el centro de Florida, donde reunía cada semana a cerca de 50 personas. Su historia, sin embargo, dio un giro en abril de este año, cuando fue arrestado durante una cita rutinaria con el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en Tampa. Poco después, fue incluido en un vuelo de deportación junto con otros 99 ciudadanos guatemaltecos desde Nueva Orleans.
El pastor llegó a EE. UU. de forma irregular cuando tenía 15 años, huyendo de la violencia en su país. A pesar de su situación migratoria, logró obtener una suspensión de deportación que le permitió quedarse en territorio estadounidense siempre y cuando se presentara anualmente ante las autoridades y no incurriera en delitos.
En todos esos años, Ambrocio construyó una vida familiar y ministerial: está casado con Marleny y es padre de cinco hijos, todos nacidos en EE. UU. y, por tanto, ciudadanos estadounidenses.
“Fue como si el mundo se acabara para ellos”, dijo Marleny en una entrevista con NPR. Su hija mayor, Ashley, de 19 años, declaró al Tampa Bay Times que la familia está profundamente triste por su ausencia, aunque aliviada de que ya no esté detenido.
Desde el punto de vista oficial, un portavoz de ICE afirmó que Ambrocio fue deportado por su ingreso ilegal al país y porque no contaba con recursos legales para permanecer. Pero para su comunidad, el caso representa una tragedia que golpea con fuerza a familias trabajadoras y congregaciones pequeñas que dependen del liderazgo espiritual de pastores como él.
No es el único caso reciente. Según reportó Faithwire de CBN, María Isidro, esposa de un pastor y madre de familia, fue deportada a México en junio de 2025, a pesar de haber vivido por más de dos décadas en Estados Unidos. Tenía una orden de expulsión desde 2004, tras no presentarse a una cita judicial.
La deportación de Ambrocio e Isidro ocurre en el marco de una política migratoria mucho más agresiva bajo la administración del presidente Donald Trump, que ha puesto como meta detener y deportar hasta 3,000 personas al día.
El objetivo es cumplir su promesa de campaña de combatir la inmigración irregular a toda costa, aunque esto implique la separación de familias que han echado raíces profundas en suelo estadounidense.
La historia de Maurilio Ambrocio es, en última instancia, el reflejo humano de una política que muchas veces pasa por alto los rostros detrás de los números. Su comunidad ora por su bienestar en Guatemala, mientras su familia enfrenta con incertidumbre un futuro sin él.
Basado en información de Mundo Cristiano, NPR y Tampa Bay Times.
