InicioTeología Pastoral y EclesiologíaLos mitos sobre la sanación divina que todavía persisten

Los mitos sobre la sanación divina que todavía persisten

Joseph Mattera, articulista de The Christian Post, ha señalado que en muchas iglesias circulan ideas equivocadas sobre la sanación divina. Algunas surgen del miedo a los abusos, otras de interpretaciones incompletas de la Biblia. 

El resultado es que muchos creyentes ya no hablan del tema o lo ven con desconfianza, cuando en realidad la sanidad forma parte del amor y del plan de Dios.

Un error común es pensar que Jesús sanaba solo para demostrar que era el Hijo de Dios. Los evangelios muestran otra cosa: Jesús se conmovía al ver a los enfermos y los sanaba por compasión. No lo hacía para exhibirse, sino para mostrar la misericordia del Padre.

También se suele confundir la sanidad con el llamado “evangelio de la prosperidad”, que promete salud y riqueza sin límites. Pero la Biblia habla de un Dios que sana desde mucho antes de esas corrientes modernas. La sanación es un regalo de gracia, no una fórmula para tener una vida sin problemas.

Algunos pasajes se interpretan de manera equivocada, como la “espina en la carne” de Pablo, que muchos creen que era una enfermedad. Sin embargo, el contexto bíblico habla más bien de persecución del diablo, es decir, el contexto nos aproxima más a una tentación permanente. Algo parecido pasa con quienes aseguran que Pablo tuvo un problema de vista permanente. En realidad, no hay un texto claro que lo confirme.

Otro mito es pensar que las heridas de Cristo solo nos sanan espiritualmente. La Biblia muestra que la obra de Jesús toca tanto el alma como el cuerpo. Ademas, muchos creen que no es la voluntad de Dios sanar a todos. Pero en los evangelios no hay un solo caso en que Jesús rechace a alguien que pidió ayuda. Aunque no siempre vemos la curación, eso no significa que Dios sea indiferente al dolor humano.

Por otro lado, hay quienes juzgan a las personas que no se sanan, como si les faltara fe. Nada más alejado del evangelio. Dios se glorifica en la debilidad, y puede usar la vida de un enfermo, de una persona con discapacidad o de alguien en recuperación para dar esperanza a los demás.

El libro de Job también se usa mal como excusa. Su sufrimiento fue especial y temporal, y al final Dios lo restauró. No se puede usar su historia para quitar a los creyentes la esperanza de sanidad.

Finalmente, otro error es creer que toda enfermedad viene del pecado. Jesús mismo lo desmintió cuando explicó que el ciego de nacimiento no estaba enfermo por culpa suya ni de sus padres. A veces el sufrimiento es parte de vivir en un mundo frágil, y a veces es la oportunidad para que se manifieste la gloria de Dios.

En conclusión, la sanidad divina no es un tema extraño ni secundario. Es parte del evangelio. Limpiar el camino de mitos y errores nos permite ver con más claridad que Dios sigue siendo un Padre compasivo que quiere restaurar a sus hijos, y que la Iglesia está llamada a proclamar la esperanza de sanación con fe y con amor.

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