En un reciente sondeo informal realizado por Eco Cristiano entre creyentes y no creyentes en diversas zonas urbanas de México, surgieron opiniones variadas —y a veces contrastantes— sobre una práctica que muchos cristianos consideran vital: la evangelización en la vía pública.
No cabe duda de que quienes predican en las calles lo hacen por amor, por convicción y obediencia al llamado de Jesús: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15). Muchos de nuestros lectores en Eco Cristiano participan en este esfuerzo con fervor, repartiendo folletos, ofreciendo oración o incluso compartiendo mensajes en voz alta desde una banqueta o en el transporte público. Esta entrega al evangelismo en la calle merece todo nuestro respeto y reconocimiento.
Sin embargo, el sondeo reveló también que hay percepciones encontradas entre la población:
- Entre cristianos practicantes, la mayoría expresó admiración por quienes salen a evangelizar, aunque algunos reconocen que sería útil modernizar los métodos para conectar mejor con las nuevas generaciones o con personas alejadas de la fe.
- Entre cristianos no practicantes y personas sin afiliación religiosa, las respuestas fueron más diversas. Algunos se mostraron agradecidos por haber recibido una palabra de aliento en momentos difíciles. Otros, en cambio, expresaron incomodidad o molestia, sobre todo si la predicación se percibe como insistente, confrontativa o invasiva.
¿Qué nos está diciendo esto como Iglesia?
El sondeo no muestra que debamos dejar de evangelizar en la calle, pero quizá sí que podemos hacerlo con mayor empatía, buscando primero comprender el contexto de quienes nos rodean. Jesús mismo adaptaba su mensaje a quienes lo escuchaban: hablaba en parábolas, se sentaba a la mesa con pecadores, caminaba con los excluidos.
Hoy más que nunca necesitamos una evangelización encarnada, que no sólo hable de Cristo, sino que lo muestre con gestos, cercanía, escucha y servicio. A veces, una conversación en el parque, una oración en silencio, o una sonrisa sincera pueden abrir más puertas que un discurso.
También vale la pena preguntarnos:
- ¿Estamos hablando con las personas o solamente a las personas?
- ¿Escuchamos antes de hablar?
- ¿Cómo podemos lograr que el mensaje de salvación no sea sólo audaz, sino también oportuno, compasivo y claro?
No se trata de dejar atrás el evangelismo callejero, sino de enriquecerlo. La sociedad no está cerrada al Evangelio… pero muchas veces sí a la forma en que lo comunicamos.
Predicar en la calle es una forma valiente y generosa de llevar a Cristo al mundo. Pero si queremos que más corazones se abran, es momento de reflexionar con humildad y creatividad sobre cómo evangelizamos. Una fe viva, expresada con amor y sabiduría, sigue siendo la mejor carta de presentación del Reino de Dios.
A continuación presentamos íntegro el resultado del sondeo de opinión.
Recomendamos mucha apertura y fraternidad para leer los resultados del sondeo, pues son opiniones frías de los opinantes anónimos y no representan la opinión de Eco Cristiano. No cumplen con el rigor científico de una encuesta, pero muestra las percepciones en la sociedad sobre la actividad evangelizadora en la calle. Las opiniones se presentan únicamente cómo material de reflexión sobre la metodología de la evangelización.
La percepción del evangelismo en la calle varía mucho según el contexto cultural, el enfoque de quien evangeliza y la experiencia personal del observador. A grandes rasgos, se pueden identificar las siguientes tendencias entre cristianos y no cristianos:
1. Entre cristianos
a) A favor del evangelismo callejero:
- Lo ven como obediencia al mandato de Jesús de “ir y hacer discípulos” (Mateo 28:19).
- Admiración por el valor y la entrega de quienes salen a compartir el evangelio en público.
- Creen en el poder del testimonio directo: consideran que una palabra en la calle puede tocar corazones que no entrarían a una iglesia.
b) Críticas o reservas dentro del cristianismo:
- Algunos lo ven ineficaz o contraproducente en contextos urbanos donde se valora la privacidad y el respeto al espacio público.
- Se cuestionan los métodos usados, especialmente si son invasivos, confrontativos o simplistas.
- Algunos prefieren formas más relacionales o sociales de evangelización, como el testimonio de vida, el servicio comunitario o el acompañamiento personal.
2. Entre no cristianos
a) Percepción positiva (opiniones muy poco frecuentes, pero presentes):
- Algunos aprecian la pasión y convicción con la que se comunica el mensaje.
- Si el mensaje es entregado con respeto y amabilidad, puede generar curiosidad e incluso apertura.
- En situaciones de necesidad emocional, puede ser recibido como una palabra de aliento.
b) Percepción negativa (es la opinión más frecuente):
- Muchos lo ven como una molestia o una forma de acoso, especialmente si se usa altavoz o se aborda a personas sin consentimiento.
- Se percibe como proselitismo agresivo o intolerante, sobre todo si incluye juicios, condenas o lenguaje alarmista.
- Algunos lo consideran fuera de lugar en espacios públicos, especialmente en sociedades laicas o pluralistas.
- En ocasiones, se asocia a estereotipos negativos de fanatismo religioso.
Conclusión del sondeo:
La percepción del evangelismo callejero depende mucho del cómo, quién y dónde. Si se realiza con respeto, escucha, amor y sentido del momento, puede abrir puertas. Si se hace con imposición, juicio o descontextualización, tiende a cerrar corazones, tanto de cristianos como de no cristianos.