InicioTeología Pastoral y EclesiologíaMillones de Biblias distribuidas… ¿pero cuántas vidas transformadas?

Millones de Biblias distribuidas… ¿pero cuántas vidas transformadas?

Las cifras son impresionantes: en 2024, por primera vez, las Biblias digitales superaron a las impresas. Hubo 25.9 millones de descargas frente a 22.5 millones de Biblias en papel, y si sumamos los Nuevos Testamentos y porciones, la Comunidad de Sociedades Bíblicas Unidas distribuyó más de 150 millones de Escrituras en todo el mundo. 

Brasil, India y China estuvieron a la cabeza de las impresas, mientras que en idiomas el español, portugués e inglés fueron los más difundidos. También se reportaron 28 mil millones de vistas de capítulos de la Biblia en aplicaciones.

Números históricos, sin duda. Pero aquí surge una pregunta inquietante: ¿garantiza este boom bíblico una verdadera transformación espiritual?

La Palabra no se explica sola

Poseer una Biblia —en físico o en digital— no significa comprenderla. La Escritura es la Palabra de Dios, pero requiere iluminación del Espíritu Santo y enseñanza bíblica sólida para que no se convierta en un libro más en la estantería o, peor aún, en un texto malinterpretado.

El peligro es real: sin guía, muchos lectores tropiezan con pasajes difíciles —la creación en siete días, el diluvio universal, las guerras de Israel, o incluso la crucifixión de Jesús— y terminan con visiones infantiles, distorsionadas o incrédulas. Pedro mismo advertía que en las cartas de Pablo “hay cosas difíciles de entender, que los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras” (2 Pedro 3:16).

De la distribución al discipulado

Aquí entra el llamado central de la Iglesia evangélica: no basta repartir Biblias, hay que formar discípulos. Jesús no dijo “vayan y regalen Escrituras”, sino “vayan y hagan discípulos, enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” (Mateo 28:19–20).

Eso implica acompañar la lectura bíblica con:

  • Predicación expositiva que muestre el mensaje del texto en su contexto original.
  • Estudios bíblicos en comunidad, donde los creyentes crecen juntos, se corrigen y se animan mutuamente.
  • Discipulado personal, donde un hermano con más madurez guía a otro en la fe.
  • Oración constante, porque es el Espíritu quien revela la Palabra.

Textos que requieren estudio

Es cierto que hay pasajes que por sí mismos son oración, como los Salmos, que elevan el alma a Dios aun sin mayor explicación. Pero gran parte de la Escritura —los profetas, las cartas paulinas, los relatos históricos— exige conocer el contexto, el lenguaje, la cronología y la intención del autor. De lo contrario, se corre el riesgo de hacer lecturas fuera de lugar.

La Iglesia primitiva ya lo sabía: Felipe tuvo que explicarle al etíope el pasaje de Isaías (Hechos 8:30–35). Ese relato es modelo de lo que todavía necesitamos hoy: lectores que, al encontrarse con un texto, puedan preguntar “¿y de quién dice esto el profeta?”, y obreros fieles que respondan “te anuncio a Jesús”.

Del acceso a la transformación

Celebramos que nunca antes la Palabra de Dios haya sido tan accesible: impresa, digital, en múltiples idiomas y hasta en audio. Pero la gran tarea pendiente es acompañar esa abundancia con una pastoral evangélica sólida: maestros que abran las Escrituras, comunidades que oren y estudien juntas, y creyentes que no se conformen con leer, sino que busquen ser transformados.

Porque, al final, no se trata de cuántas Biblias se distribuyen, sino de cuántas vidas son transformadas por el poder de la Palabra y del Espíritu.

RELATED ARTICLES

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Most Popular

Recent Comments