InicioTeología MoralConciencia cristiana: formar el juicio moral en un mundo complejo

Conciencia cristiana: formar el juicio moral en un mundo complejo

Cuando la moral parece diluirse entre opiniones, ideologías y emociones, la conciencia cristiana sigue siendo la voz interior que llama a vivir conforme a la verdad revelada por Dios. Pero ¿cómo se forma hoy esa conciencia? ¿Y qué significa tener un juicio moral conforme a Cristo en medio de tantas confusiones éticas?

La conciencia: la voz interior del Espíritu

La Biblia describe la conciencia como una facultad espiritual que aprueba o reprueba nuestros actos. Al respecto Pablo afirma: “Ellos muestran que llevan escrito en el corazón lo que la ley exige; su conciencia da testimonio de ello, y sus pensamientos los acusan o los excusan” (Romanos 2:15).

Esta idea paulina muestra que toda persona posee un sentido moral inscrito por Dios, pero que necesita ser formado, iluminado y purificado por la Palabra.

El teólogo evangélico John Stott explicaba que la conciencia no es una voz infalible, sino una “alarma moral” que debe calibrarse con la Escritura. Si la conciencia no se alimenta de la verdad de Dios, puede adormecerse o deformarse por las costumbres sociales, y la consecuencia será aceptar lo inaceptable y hacer lo que ofende a Dios y a sus hermanos.

Si la conciencia no se ajusta a la Palabra de Dios, el sujeto se vuelve inmoral y borra la escritura de Dios, lo que significa que en forma natural el hombre tiende a hacer el bien, pero si no se alimenta de la Palabra de Dios corre el riesgo de no distinguir entre el bien y el mal. 

Formar el juicio moral: un proceso espiritual y racional

La formación del juicio moral cristiano no es cuestión de impulsos emocionales ni de lo que “siento que está bien”. Jesús enseñó: “Si conocéis la verdad, la verdad os hará libres” (Juan 8:32). Por tanto, el discernimiento moral es un acto de libertad interior sustentado en la verdad divina, no en la opinión pública ni en la moda ética del momento.

El teólogo Carl F. H. Henry, uno de los grandes pensadores del evangelicalismo del siglo XX, subrayaba que “la moral cristiana no nace de una ética de consenso, sino de una revelación”. La conciencia debe someterse a esa revelación para juzgar rectamente.

La tensión moral del cristiano moderno

Vivimos en una época de relativismo, donde cada quien define su propia verdad. Las redes sociales, la política y la cultura mediática crean ambientes de polarización moral, donde incluso los cristianos pueden confundirse.

Sin embargo, la Escritura llama a la renovación del entendimiento: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios” (Romanos 12:2).

El pastor y teólogo Francis Schaeffer advirtió que el cristianismo se volvería irrelevante si los creyentes no aprendían a aplicar la verdad bíblica a los dilemas morales de su tiempo. Formar el juicio moral cristiano es, por tanto, una tarea diaria de resistencia espiritual y lucidez ética.

5 Principios para cultivar una conciencia madura

  1. Alimentarla con la Palabra de Dios: La Escritura no solo informa, sino transforma (2 Timoteo 3:16).
  2. Someterla al Espíritu Santo: Él convence “de pecado, de justicia y de juicio” (Juan 16:8).
  3. Escuchar la comunidad de fe: La conciencia no se forma en soledad; se afina en comunión con otros creyentes maduros (Efesios 4:11–13).
  4. Ejercitar la coherencia: No basta saber lo correcto; hay que hacerlo (Santiago 1:22).
  5. Practicar la humildad moral: Reconocer que podemos errar, pero seguir buscando la luz de Cristo.

Una conciencia lúcida en un mundo confuso

La conciencia cristiana es un don y una responsabilidad. En medio de la confusión moral contemporánea, el creyente está llamado a vivir con una conciencia limpia ante Dios y ante los hombres (Hechos 24:16).

Formar el juicio moral es aprender a mirar el mundo desde la mente de Cristo, no desde los valores fluctuantes de la sociedad. 

Cierro este artículo parafraseando a John Wesley, “la conciencia iluminada por el Espíritu se convierte en un faro que, aunque el mar esté oscuro, nunca deja de señalar el rumbo hacia la santidad” (*).

(*) Idea basada en el Sermón 85 de John Wesley, “Sobre la conciencia” (1788), donde el autor describe la conciencia informada por la Palabra y animada por el Espíritu como la voz de Dios en el alma del creyente.

RELATED ARTICLES

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Most Popular

Recent Comments