Este domingo 21 de marzo culminó una de las campañas evangelísticas más grandes de México, en la que, luego de recorrer todo el país, decenas de caravanas provenientes de todos los Estados arribaron al Zócalo capitalino proclamando “México comprado con la sangre de Cristo”.
En los pueblos y ciudades de todos los Estados del país las caravanas recorrieron en sus vehículos las calles principales, distribuyendo biblias y folletos con mensajes evangelísticos entre la población y se detuvieron en hospitales para orar por los enfermos y en casas de gobierno para orar por las autoridades.
Por las calles la gente salía a expresar su hambre de la Palabra de Dios, pidiendo oraciones por sus enfermos, muchos de ellos por Covid-19, y saludando a los guerreros de Dios que salieron a llevar la Palabra de Dios hasta sus ciudades.
El pastor Josué Pérez Pardo, en el acto de cierre nacional en el Zócalo de la Ciudad de México, recordó que esta iniciativa se originó en Chiapas, Estado en el que hay la mayor presencia del Evangelio en el país, cuando el confinamiento total les impidió congregarse.
“No soportando el no poder reunirnos en el mes de junio en Chiapas, convocamos a que a nuestros vehículos les pusiéramos bocinas, y saliéramos por las calles y avenidas, a invocar la gracia y la misericordia de Dios”, dijo el pastor encabezando el acto de cierre de las Caravanas de Oración.
“Ahí en Chiapas Dios nos hizo saber que el cielo es nuestro techo y los cuatro vientos nuestras paredes, y aquí estamos en el Zócalo de la capital del país, estableciendo el Reino de Cristo para toda la República de México”, dijo también el pastor.
Entonces la Caravana de Oración se replicó en Hidalgo, Campeche y Tabasco, para luego comprender que Dios los estaba llamando a hacer lo mismo en cada Estado del país, apoyándose en los pastores e iglesias locales.
Desde el 1 de febrero hasta el sábado 20 de marzo, las caravanas recorrieron el país, y este domingo se llevó a cabo el cierre nacional en la Ciudad de México, capital del país, con representaciones de las caravanas de todos los Estados.
El arribo al Zócalo estaba programado a las once de la mañana, sin embargo, otras pequeñas manifestaciones políticas habían entrado a la plancha del Zócalo, por lo que las autoridades retrasaron la autorización para que ingresaran los cristianos.
El arribo fue hasta cuatro horas después, sin embargo, tanto los hermanos cristianos que esperaban en el Zócalo como los que acompañaban a pié a las caravanas, resistieron heroicamente las inclemencias del sol abrazador.
