Hasta el momento de esta publicación el mundo registra 113.4 millones de casos con Covid-19, de los cuales el 25% se han presentado en Estados Unidos y más del 50% en sólo 5 naciones: Estados Unidos, India, Brasil, Rusia y Reino Unido.
Por otro lado, la pandemia ha dejado hasta el momento 2.5 millones de muertes, de las cuales más de 511 mil han sido en Estados Unidos, 252 mil han sido en Brasil y 184 mil en México.
Países como España, Francia e Italia han sido los que más medidas radicales han tomado para contener la pandemia con medidas de confinamiento.
La caída de la economía en el mundo ha sido de las más severas en la historia, sin embargo, es notorio que existe el ánimo de hacer lo necesario en todos los sectores de la economía, la industria y la sociedad para salir adelante.
El mundo ha sido devastado por la pandemia y gracias a Dios se han generado ya las vacunas que protegen al cuerpo humano hasta con un 97% de efectividad, un porcentaje elevadamente alto, toda vez que, por ejemplo, la de la influenza es del 40 al 60%.
La ciencia biológica ha sorprendido al mundo desarrollando vacunas para combatir el Covid-19 de manera sorprendentemente rápida, pues el promedio de desarrollo de vacunas históricamente ha sido de 10 años, mientras que la del Covid-19 se desarrolló en apenas un año con todas las fases necesarias para probar su eficiencia.
En menos de un año, farmacéuticas, gobiernos, aerolíneas, centros de investigación y empresas de todo el mundo se han unido en un esfuerzo en común para materializar una inyección que se ha vuelto la última esperanza para salir del oscuro túnel de muertes, contagios y confinamientos que ha sacudido al mundo de un extremo a otro.
La producción masiva de vacunas ha estado generándose a una velocidad vertiginosa, como ninguna vacuna en la historia de los laboratorios productores de antígenos, sin embargo, es demasiado lenta dadas las circunstancias económicas, sanitarias y anímicas de la humanidad.
Y si la producción se percibe como lenta, la distribución es aún más lenta a la vez que con fuertes matices de injusticia, pues según un estudio que realizó la Universidad de Duke en Estados Unidos y que se volvió referencia en el tema en los últimos meses, la forma en la que se distribuyen actualmente las vacunas supone otro grave peligro de salud pública a nivel mundial.
Los países de ingresos medianos y bajos no pudieron realizar compras de gran volumen o comprar vacunas cuando el riesgo de falla aún era muy alto, por lo que no obtuvieron acceso prioritario. Estos países están claramente en peligro ahora.
La principal preocupación es que los países de ingresos bajos y medianos simplemente no tendrán suficientes vacunas y que las personas que viven en países ricos estarán protegidas mientras el virus se propague en los países más pobres.
Por otro lado, países como Estados Unidos han prohibido a los laboratorios y farmacéuticas productoras de vacunas la exportación del antígeno, lo que ahonda más la desigualdad que pone en peligro la salud del planeta.
Desafortunadamente las estrategias de vacunación han sido opacadas por manejos políticos de los gobiernos y por descalificaciones y cuestionamientos de los políticos de oposición.
A estas dificultades hay que agregar que existen teorías de conspiración que se han difundido entre la población para que no se vacunen.
