lunes, abril 29, 2024
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La oración debe ser perseverante

Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias. Colosenses 4:2.

En en capítulo 10 del libro de Daniel vemos que el profeta decidió ayunar durante 21 días para encontrar el favor, la sabiduría y el entendimiento de Dios. Esto nos muestra que cuando tenemos una necesidad para ponerla delante de Dios, debemos seguir pidiendo hasta que venga una respuesta.

Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.  Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. Mt.7:7-8.

Así como necesitamos del agua para vivir, de la misma manera necesitamos de la oración para alimentar nuestra vida espiritual. Orar, de acuerdo a la Biblia, es menos complicado de lo que podemos pensar. En Colosenses 4:2 el apóstol Pablo nos exhorta a orar practicando el principio poderoso de la gratitud.

Si usted pensara que no tiene razones para orar, piense por un momento en los motivos que tiene para agradecer. Sea agradecido con Dios, de esta manera su espíritu se hará más noble. Dios se deleita en cada una de sus expresiones de gratitud.

No invente formulas de oración. La Biblia no busca enseñarle formulas, sino guiarlo al diálogo constante con el Creador. Si la Biblia nos llama a perseverar en la oración, es porque sabe que al orar también se manifiestan las debilidades humanas.

La oración tiene muchos enemigos, uno de ellos es la “mente racional”. Una persona con una mente racional, es aquella que considera que lo único real es lo que ve y percibe lógicamente, sin embargo hay un mundo espiritual y Dios es espíritu y hablamos con Él aunque no lo veamos. 

Esa mentalidad también se evidencia a la hora de tomar decisiones, pues la “mente racional” considera únicamente las variables lógicas y se olvida de pedir la dirección y el consejo de Dios.

Usted fácilmente puede dejar de orar pero con dificultad podrá retomar el hábito de la oración. Por eso la importancia de perseverar, no dejar de orar, no cansarnos de hacerlo.  Quizá usted dirá: pero llevo tanto tiempo orando y no veo resultados. Pues bien, los buenos resultados no requieren tiempo como el mundo piensa; en el reino de Dios, los buenos resultados requieren oración.

Cuando usted ora, su espíritu se hace sensible a las pisadas de Jesús. Aquel que ora, siempre caminará un paso adelante del necio. Si usted se ha desanimado y ha dejado de orar, sea sabio, vuelva a hacerlo. Si lo estuviera haciendo por costumbre, entonces hágalo con fe y ponga el corazón cuando lo hace.

Persevere. Si Dios lo llama a insistir, es porque en verdad vale la pena hacerlo. Siga tocando la puerta que en cualquier momento, quizá cuando usted menos lo espere, esa puerta se abrirá y usted comprobará que ninguna de sus oraciones fue en vano. 

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