La parábola del “Hijo Pródigo” no solamente nos muestra la realidad de un padre amoroso que está siempre atento a sus hijos, sino también la indiferencia que puede haber entre los hermanos (Lucas 15:11-32).
En ella vemos a dos hermanos que no tienen ninguna relación, ni entre ellos, ni con el padre. Tanto el hijo mayor como el menor viven cada uno en su mundo, pero no es mejor el uno que el otro. Mientras que el hijo mayor no tiene más aspiración que vivir bien con su padre, el otro decide lanzarse por su cuenta al mundo.
La reacción del hijo mayor cuando regresa su hermano nos deja ver que jamás le ha interesado. Es más, hasta le da mejor que no esté, así que para qué recibirlo. Esto que ocurre al regreso nos deja ver que ya desde antes existía esta falta de relación, de amor y de interés por su hermano. No buscó detenerlo para que no se fuera ni convencerlo de que regrese. Ni viendo la angustia del padre, tuvo en menor asomo por ir a buscarlo.
En el contexto cristiano nos presenta la situación de aquellos a los que no les interesan sus hermanos en la fe. Viven para sí y lo demás no interesa. Nunca buscan atraer a los alejados. No hay espacio en su corazón para ellos. Y cuando alguien los recibe, pues hay que criticarlo y buscar que se queden donde están.
¿Cuántas veces pasa esto tanto en nuestras familias como en la Iglesia? Familias en donde, particularmente empujados por el mundo moderno, los hermanos viven distantes y sin conocerse ni amarse, a pesar de que viven en la misma casa y son hijos de los mismos padres.
Hay padres de familia que nunca han visto que se desarrolle entre sus hijos la amistad el cariño, el amor. Esto en las Iglesias nos hace ver por qué hay gente que deja la Iglesia sin que nadie haga nada por ellos… nadie va a buscar a los que se han ido.
La parábola que podemos leer en Lucas 15 nos muestra el profundo y entrañable amor del padre, pero también nos muestra el esfuerzo del padre por hacer comprender al hijo mayor el por qué su alegría por el regreso de su hijo menor. La parábola nos muestra el intenso deseo del Padre de que sus hijos se amen.