Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos. Mateo 19,14.
Llegamos cuando la densa neblina aún cubría las montañas y el viento soplaba tan fuerte que desprendía un agudo silbido, pero bastaba con levantar la mirada y contemplar el esplendor de la creación: cerros sobreponiéndose sobre otros, arbustos que daban testimonio de lluvias recientes, las nubes que adornaban con alegría la mañana. Y subir la mirada y ver los caminos que rodean la montaña para permitir el acceso a las comunidades que parecen esconderse. Estábamos en la comunidad de Huamuchil, municipio de Xichú, en la sierra Gorda del noreste de Guanajuato.
Pero este asombro al contemplar la mano de Dios en la naturaleza es incomparable con el impacto de ver la sonrisa de los niños que horas más tarde, bajo el brillo esplendoroso del sol, bailaban y aplaudían con el espectáculo montado por la congregación de la iglesia Príncipe de Paz de San Luis de la Paz. Los niños sonreían divertidos, gritaban tan fuerte el nombre de Jesús que parecía retumbar en las paredes de la sierra y recibieron la Palabra de Dios como si fuera agua en un sediento y caloroso día.
Muchos, casi todos, estaban recibiendo la Palabra de Dios por primera vez, pero no sólo los niños, también los jóvenes, los adultos y los ancianos que estaban presentes recibían la Palabra de Dios por primera vez. Creíamos que habría hostilidad, pensamos que encontraríamos resistencia, pero lo que encontramos fue sed, sed y hambre de la Palabra de Dios. A estos lugares sólo había llegado la religión, normas, reglas, ritos, pero no habían escuchado la Palabra viva de Jesús. Y la fe llega por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios.
Nos sorprendimos al ver la multitud de niños que vinieron de quién sabe dónde porque no se veían tantas casas como niños. Después supimos que muchos vivían a kilómetros de distancia y que caminaron por horas para llegar hasta donde se les celebraría el Día del Niño, oportunidad aprovechada para que Principe de Paz les hablara de Jesús. Ni el sol que caía en plenitud sobre las cabezas de los niños les impedía reír, bailar y aplaudir.
Después de horas de diversión educativa en que se les bailó, se les actuó y se les predicó, los niños de Huamuchil se prepararon expectantes para recibir sus cajitas del samaritano, sus miradas zigzagueaban buscando en donde les tocaba formarse de acuerdo a su edad, los de 2 a 4 años, casi todos acompañados por sus padres, los de 5 a 9: los de 10 a 14, todos con sus miradas llenas de vida.
Cuando llegó el momento de abrir las cajitas de regalo, se invitó a los niños a agradecer a Jesús por ello, porque un cristiano no recibe sin agradecimiento, y los niños agradecieron con sinceridad, con el corazón en la mano, y aguardaron pacientes, y levantaron sus cajitas, y oraron con fe, y gritaron “¡Gracias Jesús!”. Y abrieron sus cajitas con miradas de asombro, con sonrisa de alegría, con sus corazones abiertos a la Palabra de Dios.
Vimos a los niños partir del lugar, ahora cargados con regalos, cargados de sonrisas, cargados de sueños, y sobre todo, cargados de la Palabra de Dios que recibieron de la congregación Príncipe de Paz de San Luis de la Paz, Guanajuato. Los niños se alejaron y los perdimos de vista cuando los cerros y los matorrales los ocultaron, iban acompañados de sus padres, seguramente repitiendo en sus mentes las alabanzas a Cristo Jesús.
Partimos por la tarde a Xichú, cabecera municipal, y llegamos a la iglesia Príncipe de Paz a recobrar fuerzas, a tomar agua, a sentarnos unos minutos, pero los jóvenes no, los jóvenes parecían tener la energía del apóstol Pablo, pues seguían bailando, divertidos, gozando la experiencia misional, mientras los no tan jóvenes recobrábamos fuerzas al tiempo que nos enterábamos de los esfuerzos de la religión tradicional por bloquear el evento cristiano con los niños de Xichú.
Así llegamos a la cancha y todos a bajar las cajas que contenían las cajitas del samaritano, las de niños por aquí, las de niñas por allá, apilándolas según las edades, preparándose para cuando llegara la gente y poco a poco fue llegando la población infantil, al principio tímidamente, replegados en los costados del lugar, pero poco a poco se fueron acercando, atraídos por los juegos, por los cantos… y por los regalos.
En Xichú Príncipe de Paz tuvo el apoyo del grupo teatral de Cristo es la Respuesta, con sede en Ciudad Valle, San Luis Potosí, quienes con sus cantos, sus juegos y sus obras teatrales atraparon la atención de los niños que se divertían al tiempo que recibían la Palabra se Dios.
Otra vez los niños nos cautivaron con sus sonrisas, sus miradas inocentes, su sed de Dios, su hambre de la Palabra que no habían recibido. Y los padres de familia que los acompañaban veían complacidos lo que la religión no pudo impedir: el festejo cristiano del Día del Niño.
Nuevamente disfrutamos al ver que los niños abrían sus cajitas, con sus rostros llenos de gozo, dando muestras de que las puertas de sus corazones estaban abiertas para evangelio.
Entrevista a la pastora Mireya Colmenero
Tan pronto vimos un poco desocupada a la pastora Mireya Colmenero, esposa del pastor Diego Colmenero, y aprovechamos para preguntarle