La aparición del Covid-19 significó cambios profundos en la sociedad e impuso, luego de un confinamiento casi total, una nueva normalidad en la que todos tuvimos que vivir de una manera diferente. En este ambiente, las iglesias cristianas mostraron, tal como lo hicieron las primeras comunidades cristianas, una enorme capacidad de adaptación, y modificaron de forma creativa la manera de vivir como iglesia.
En muchas congregaciones después de cada servicio se realizan tareas de sanitización unos con dispersarte y otros con humo, todos con cubrebocas, además que separan adecuadamente las sillas para los asistentes, alejan al grupo de alabanza, realizan toma de temperatura al ingresar, usan tapetes sanitizantes, entre otras medidas, de tal manera que se puede afirmar que las iglesias cristianas son las agrupaciones con más estrictos protocolos de prevención en salud.
Reorientación de los ministerios
Innumerables congregaciones al darse cuenta de las enormes necesidades provocadas por el confinamiento o por el desempleo que causó la pandemia, reorientaron el ministerio y salieron a las calles a llevar ayuda a los sectores sociales más necesitados, unos con despensas, otros con palabras de aliento, pero todos con el mensaje de salvación.
Esta nueva circunstancia provocó que muchas iglesias que estaban acostumbradas a verse a sí mismas volvieran la vista hacia afuera y se hicieran más sensibles a las necesidades de la sociedad.
Entrada a la era digital
Otro cambio importante que denotó la capacidad de adaptación de las iglesias cristianas fue su entrada masiva a la era digital. Prácticamente todas las congregaciones aprovecharon la tecnología para hacer transmisiones de sus servicios en vivo y utilizaron diversas plataformas para generar la proximidad entre los líderes y la congregación.
Hemos visto la manera como muchos pastores transmiten en vivo para comunicarse con la congregación y llevarles palabras de aliento, detectar sus necesidades y generar acciones de apoyo mutuo. En su mayoría los pastores y muchos de los congregantes no estaban preparados tecnológicamente para esta nueva era digital y tuvieron que evolucionar rápidamente para adaptarse a esta nueva forma de ser iglesia.
Valorar más la reunión que el lugar para reunirse
Otra de las grandes lecciones es que las iglesias se dieron cuenta que Dios no necesita siempre de un edificio para que haya una iglesia. El gran aprendizaje es que la misión del pastor no es llevar gente al edificio, sino llevar a Jesús a la gente.
Entonces ya no tuvo relevancia estar en un auditorio, pues las iglesias aprendieron que lo importante era reunirse y comenzaron a aparecer lugares no convencionales como las que se han hecho en jardines, casas, parques públicos, estacionamientos o en zonas despobladas desde sus automóviles.
Revalorización de los grupos pequeños
“Aunque todavía se desconoce mucho sobre el impacto de la pandemia en las iglesias, una cosa es segura: la salud del Cuerpo de Cristo dependerá en gran medida de un sistema vibrante de grupos pequeños”, publicó The Christian Post.
Si bien las reuniones multitudinarias en las mega iglesias es altamente impresionante, todas coinciden que la nutrición cristiana y la formación espiritual de la congregación, depende fundamentalmente de los grupos pequeños, publicó el mismo diario.