La Primera Iglesia Presbiteriana, en Bellefonte, Pensilvania en Estados Unidos, con 221 años de historia, anunció el cierre definitivo este fin de año debido a una disminución de sus miembros y a la ausencia de la asistencia de feligreses.
La Primera Iglesia Presbiteriana de Bellefonte, que es casi tan antigua como el distrito, efectuó en Nochebuena la última ceremonia religiosa programada tras haber acogido a generaciones de familias durante más de dos siglos.
La iglesia fue establecida en 1800 por las mismas personas que fundaron Bellefonte en 1795 —cuando Estados Unidos sólo tenía 16 estados-, y dos exgobernadores de Pensilvania fueron sus miembros. Los feligreses se congregaron durante casi dos décadas en el tribunal y después en un edificio de piedra. La estructura actual fue construida poco después de la Guerra Civil.
“Hay un gran amor en esta congregación. Nos conocemos unos a otros desde hace mucho tiempo y conocemos las debilidades de cada uno”, declaró Candace Dannaker, una feligrés anciana, al periódico Centre Daily Times. “Extrañaré nuestra personalidad, nuestra risa y nuestra alegría tan sólo por estar juntos. Y por supuesto, el aspecto de la fe de compartir eso con otras personas que piensan igual”.
Dannaker calcula que la iglesia ya tenía unos 40 miembros antes de la pandemia de COVID-19, cifra que se ha reducido a unos 25, y no se efectuaron ceremonias de culto presenciales desde marzo de 2020 hasta el Domingo de Pascua. Hoy sólo 12 asisten a los servicios de adoración en persona.
Dannaker, quien se unió a la iglesia hace 34 años, estima que había unas 200 personas presentes en ese momento.
El templo de 1,393 metros cuadrados cerrará por última ocasión el 31 de diciembre. Dannaker señaló que aún no se decide qué destino se le dará al inmueble.
Un video de la última ceremonia publicado en la página de Facebook de la iglesia incluyó referencias “al dolor de decirse adiós unos a otros”, pero con el recordatorio de que los “desafíos no son nada nuevo para la humanidad” y la aseveración de que el mensaje de esperanza de la Navidad “es tan oportuno y esencial hoy como lo era hace 2.000 años”.