Una familia sin amor no logrará superar los retos que traerá la vida. Cada vez qué hay un problema, sí no hay amor, la dificultad se hace más profunda y acarrea otros problemas.

Para mantener el amor, los miembros de la familia deben estar dispuestos a pedir perdón y perdonar, a creer en la bondad y el amor de los otros y a dejar pasar esas pequeñas manías o actitudes extrañas de los demás que a veces nos agobian.

Debemos comprender que el amor de nuestra familia no es perfecto. El único amor perfecto es el de Dios. Por lo tanto conviene tomar dos acciones: Llenemos nuestras vidas de Él dejando que su amor fluya a través de nosotros y bendiga a toda la familia y por otro lado, cultivemos ciertos hábitos que nos ayudarán a mantener el amor en la familia:

ESTABLEZCAMOS MOMENTOS PARA CONVIVIR

Las relaciones personales crecen y se fortalecen a través de las reuniones familiares. Es sano que cada familia defina un momento al día, o al menos a la semana, para compartir tiempo cara a cara y realizar actividades placenteras y divertidas. En este tiempo podremos transmitir y conocer las actividades, los problemas y los planes que tiene cada uno de los integrantes de la familia.

EXPRESAR LOS SENTIMIENTOS

Siempre es sano expresar los sentimientos, pero para hacerlo se deben cumplir ciertas condiciones. Si sus sentimientos son positivos, comuníquese cuantas veces pueda con un “te quiero”, un “te admiro”, un “te extraño”, son palabras que acercan. 

Por el contrario, si sus sentimientos son negativos, tómese el tiempo que sea necesario para transmitirlos y dígalos en forma clara y directa. No se trata de reprender, criticar o hacer daño al otro; se trata, por el contrario, de hacer ver su punto de vista respecto a algo, pero es muy importante que sea con cariño y respeto.

REALIZAR PERIÓDICAMENTE UN AUTOEXAMEN

Muchas veces creemos tener la razón y nos disgustamos con los demás por tener un punto de vista diferente. Sin embargo, vivir el amor significa dejar a un lado los errores de los demás y concentrarnos en los propios, con el fin de cambiar y ser mejor cada día. Hacer un autoexamen puede ayudar a lograr este objetivo, para incentivar el crecimiento propio y el de los demás.

EMPATÍA (PONERSE EN LOS ZAPATOS DE LOS DEMÁS)

La empatía es un hábito imprescindible para construir el amor en la vida familiar. Siempre, en cualquier circunstancia, positiva o negativa, nos debemos poner en el lugar del otro para comprender sus sentimientos y sus actos. 

Es lo contrario a juzgar, porque se trata de intentar vivir,  así sea por un momento, lo que el otro está viviendo a fin de entender y ayudar a esa persona en determinada situación.

BUSCAR EL BIEN PARA TODOS

El amor hacia los demás nace en parte del amor hacia uno mismo. Por eso, para vivir el amor en familia debemos buscar el bien propio y el de los demás. A pesar de las diferencias y de las debilidades que existen entre los miembros de una familia, siempre se debe encontrar el bien para todos. 

Por ello es sano lograr el beneficio propio y, al mismo tiempo, el beneficio de los demás a través de nuestros actos.

Intentemos mantener y practicar estos cinco hábitos para cultivar el amor en la familia, a pesar de la falta de tiempo, de las diferencias y de los problemas que puedan surgir. 

No olvidemos que sin Dios podemos tener pequeños logros, pero con Dios el amor está garantizado: “Y nosotros hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor. El que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él” (1 Juan 4:16).

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