Por: Pr. David Argueta (*)
Para nadie es un secreto que el coronavirus ha cobrado la vida de algunos Pastores, misioneros y fieles creyentes del cuerpo de Cristo alrededor del mundo, la pregunta de algunos es ¿Acaso se ha contradicho la Palabra de Dios?, ¿Falló el Salmo 91 y la señal de la sangre de Cristo? Absolutamente no.
¿Murieron cristianos en la 1ra. y 2da. Guerra mundial? Claro que sí.
¿Murieron cristianos en el terremoto del 2010 en Haití? Claro que sí.
¿Murieron cristianos en el tsunami del 2014 en Asia? Claro que sí.
¿Fueron afectados los cristianos en Jerusalén por la gran hambruna que profetizó Agabo en el libro de los Hechos (Cap. 11:28)? Claro que sí. La iglesia en Antioquía (Hchs 11:29-30) y las iglesias gentiles tuvieron que enviar ayuda a ¨los pobres que hay entre los santos que están en Jerusalén¨ (Ro 15:26, Gá 2:10).
¿Dónde dice la Biblia que mientras la Iglesia esté en la tierra sería exonerada de ser afectada por las calamidades de este mundo? En ninguna parte.
Todo lo contrario: Guerras, terremotos, hambre y pestes son ¨principios de dolores¨ que la Iglesia tiene que experimentar antes del fin (Mt 24:3-8).
El Señor Jesús prometió: ¨En el mundo tendréis aflicción (Aflicción es la palabra en griego: dslípsis= Presión, angustia)¨. Juan 6:33.
¡Una promesa de aflicción que nadie reclama! ¿Qué falso apóstol te dijo que los cristianos viviríamos en una burbuja flotando por la vida siendo inmunes a las vicisitudes de este mundo?
El Señor Jesucristo nunca nos prometió cielos siempre azules, caminos sin espinas, prosperidad ininterrumpida y un mundo color de rosa (eso lo prometió el falso evangelio de la prosperidad). Lo que Él sí nos prometió es que Su presencia estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo (Mateo 28:20).
El Apóstol Pablo escribió que los sufrimientos son parte esencial del destino de la Iglesia (I Ts 3:3). También el Apóstol Pedro enseñó que las pruebas no deben ser vistas como cosas extrañas en la Iglesia, sino como algo que pertenece al cuerpo de Cristo (I Pedro 4:12).
La fe en Dios no es una fórmula mágica que nos libra de experimentar las aflicciones de este mundo. En Hebreos 11 dice que por la fe en Dios algunos hicieron grandes hazañas y fueron librados de la muerte, pero otros, por la misma fe en el mismo Dios, murieron como mártires. Porque fe es sinónimo de fidelidad.
¡La Biblia no se contradice! Confiamos en su provisión y protección divina, pero si somos afectados por estas ¨leves y momentáneas¨ tribulaciones, sabemos que nuestra motivación y mayor enfoque NO están en los beneficios terrenales y temporales de servir a Dios, sino en nuestra esperanza eterna de una corona incorruptible en nuestra mansión más allá del sol por toda la eternidad.
¨Si todo cuanto esperamos de Cristo se limita a esta vida, somos las personas más dignas de lástima¨. (I Cor 15:19). «Si vivimos, para el Señor vivimos; y, si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos o que muramos, del Señor somos». Ro 14:8.
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(*) El pastor David Argueta fue parte del Ministerio de carpa Cristo es la Respuesta de Honduras y hoy pastorea una congregación en República de El Salvador.