En una impresionante jornada de unidad, los pastores de Guanajuato, México, se unieron en oración para clamar por la bendición de Dios en un estado que ha sido azotado por la violencia, el narcotráfico y el religiosismo.
Por 21 años consecutivos, este sábado 20 de febrero, se dieron cita decenas de pastores del estado en una jornada de oración y unidad cristiana denominada Guanajuato 2000, esta vez en el auditorio del ministerio Trigo y Miel.
Además de varias conferencias dictadas por evangelistas relevantes durante la jornada, los pastores del estado de Guanajuato subieron al estrado para orar por diversos propósitos.
El Pr. Gerardo Yarto, de Celaya Guanajuato, pidió por que se avive la obra de nuestro Dios en Guanajuato, pues la solución de todo problema no viene del hombre sino de la intervención de Dios.
El Pr. Gerardo Salinas de la población de Yuriria oró por las autoridades administrativas con el propósito de romper con la maldición de la corrupción y el robo.
En su turno el Pr. Felipe del Castillo afirmó que hay protección prometida para su pueblo, para los que aman a Dios, y recordó que el Salmo 91, verso 7, dice: “caerán a tu lado mil y diez mil a tu diestra, más a ti no llegarán”.
Por su parte del pastor Esteban Ruiz de la ciudad de Salamanca pidió por que los legisladores del estado se guíen por el espíritu de Dios para proteger a la vida, la familia y la educación de los hijos.
El Pr. Armando Almanza del municipio de Guanajuato clamó por un gobierno justo y sabio, para que guíe correctamente la economía y la distribución y declaró que Guanajuato será para Cristo.
En su turno el pastor Diego Colmenero de San Luis de la Paz, Guanajuato, recordó que en este año habrá la más grande contienda electoral en México y oró por unas elecciones justas y pacíficas. “La justicia engrandece a la nación, pero el pecado afrenta a los pueblos y es vergüenza para las naciones cuando gobiernan personas deshonestas”, dijo.
La jornada de oración «Guanajuato 2000» contó con la intervención del Gobernador del estado, Diego Sinhue, quien agradeció por las oraciones por las familias de cada uno de los municipios del estado y felicitó a los pastores por «la gran labor que han realizado, impulsando siempre los principios y valores que hacen más fuerte a la sociedad».
En la recta final de la jornada de oración los pastores de Guanajuato subieron al estrado y juntos oraron por los pastores de municipios de San Francisco del Rincón y por Purísima de Rincón, regiones que han vivido bajo la hechizaría y la idolatría.
El pastor Felipe del Castillo expresó que los pastores de los pueblos del Rincón se han comprometido delante de Dios a esforzarse durante un año a preparar el ambiente para que el próximo año todos los pastores del estado de Guanajuato asistan a esa región a librar la batalla contra la idolatría y el religiosismo y en seguida dirigió la oración por estos dos pueblos.
En el último segmento del evento todos los pastores de Guanajuato, a una sola voz, expresaron la declaración profética que declara a Guanajuato territorio del señorío de Jesucristo:
Declaración profética
«Con fundamento en lo establecido en la Palabra de Dios, y basados en sus promesas según Efesios 1:17-23 y Colosenses 2:14-15, en León Guanajuato el 20 de febrero del año del Señor 2021, habiendo sido convocados por el Señor Jesús por medio del Espíritu Santo, nosotros los asistentes, líderes y pastores representantes del cuerpo de Cristo en el estado de Guanajuato, declaramos:
Que nos arrepentimos de los pecados practicados en nuestra tierra por nosotros y nuestros antepasados, confesamos la idolatría, el ocultismo, la inmoralidad sexual, la avaricia, la soberbia y otros pecados que trajeron y traen maldición y esclavitud a las regiones de Guanajuato, el Bajío y sus habitantes.
Que reconocemos que la unidad del cuerpo de Cristo es la voluntad de Dios para nosotros y los líderes cristianos de Guanajuato y el Bajío, por lo cual decidimos fomentarla con toda humildad y mansedumbre, soportándonos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.
Que aceptamos vivir en santidad y pureza delante de Dios y de todos los hombres conduciendo a nuestras familias en el temor del Señor hoy y siempre.
Que toda maldición y esclavitud sobre la tierra de Guanajuato y el bajío y sus habitantes es rota por los méritos de Jesucristo quien por nosotros se hizo maldición.
Cancelamos y abrogamos los pactos antiguos anulando la autoridad dada a otras falsas deidades para ejercer dominio sobre Guanajuato, el Bajío y sus habitantes.
Establecemos en esta región el señorío de Jesucristo a través del nuevo pacto traído por el sacrificio de Jesús en la cruz del calvario y el derramamiento de su sangre.
Que las promesas y bendiciones dadas por Dios en su Palabra, incluyendo las del primer jubileo de este nuevo siglo y de los tiempos históricos que nos toca vivir son establecidas y liberadas hoy.
Que la cosecha de almas es abundante y se restituye el fruto que la maldición y el pecado robaron.
Que se nos restituye lo que nos pertenece, que la tierra de Guanajuato y el Bajío vuelve a nosotros como hijos y herederos legales de Dios.
Que todo esclavo y cautivo es liberado y las deudas son canceladas y perdonadas.
Que en este tiempo y a partir de ahora, hay avivamiento espiritual en Guanajuato y el Bajío, que la visitación sobrenatural de Dios llene nuestra tierra, y los hombres y mujeres se vuelvan a Dios bajo convicción genuina del Espíritu Santo con una decisión firme de seguirle y servirle en integridad y amor permanentes.
Declaramos a Jesucristo el hijo de Dios, el Señor y rey verdadero de Guanajuato y el Bajío, y que de ahora en adelante nuestra tierra será llena del conocimiento y de la gloria del Señor, así como las aguas cubren el mar y que de aquí, de nuestra región, se extenderá un fuego de libertad espiritual sobre toda la nación, y que la descendencia de Dios en esta tierra se multiplicará abundantemente y esparcirá el reino de Dios por toda la república mexicana y más allá a todas las naciones.
Que esta declaración guiada e inspirada por el Espíritu Santo sea hoy confirmada y sellada por Dios el Padre, a quien pertenece toda la gloria, la honra y el poder en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Todos nosotros los presentes lo declaramos y confirmamos hoy».