Las redes sociales emiten un ruido intenso sobre nuestras mentes; son innumerables voces que compiten por nuestra atención y hacen que sea un desafío saber qué dejar entrar y qué excluir.
Este caos del mundo natural a menudo hace que sea aún más difícil discernir las voces en el mundo espiritual. No es de extrañar que personas bien intencionadas confundan con frecuencia al enemigo con Dios.
Si bien investigar adecuadamente las voces en las redes sociales, la televisión y los medios impresos puede llevar mucho tiempo y esfuerzo, no es difícil saber quién está detrás de lo que escuchas en tu mente.
Dios nos sigue hablando a través de otras personas, pero el diablo también lo hace
Dios nos habla a través del Espíritu Santo, quien se hace escuchar a través de diferentes situaciones. A veces el Espíritu habla a través de las Escrituras, otras a través de una persona o un evento. Otras veces, el Espíritu deja caer palabras en nuestras mentes.
Pero también lo hace el diablo. Sabe escoger escrituras que llevan a la gente a conclusiones destructivas. Todos conocemos su habilidad para usar la boca y las acciones de los demás. Y aunque no puede leer nuestras mentes, puede interponer pensamientos en ellas (ver 2 Corintios 10:5).
Aun así, aunque tanto Dios como el enemigo hablan por medios similares, llegan a conclusiones completamente diferentes que facilitan distinguirlos. Aquí es donde entender lo que Jesús dijo sobre el Espíritu Santo hace toda la diferencia.
Las dos claves para discernir la voz de Dios
Para consolar a sus discípulos sobre su partida, Jesús aseguró: «Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho» (Juan 14:26).
En esta sola frase se encuentran las dos claves para discernir la voz de Dios frente a la voz del enemigo. El primero es el nombre de Jesús para el Espíritu Santo.
Clave 1: El Nombre del Espíritu Santo
Jesús se refirió al Espíritu como el consolador, traducido de la palabra paráclito que viene del latín paraclitus y éste del griego parakletos que significa defensor, el que intercede para ayudar. Tenemos también la palabra paracleto que significa abogado.
Hoy, «abogado» significa «alguien que públicamente apoya o ayuda a alguien». La palabra griega para «abogado» proporciona la imagen de cómo el Espíritu Santo habla y obra en nuestras vidas. Es parakletos, que representa consejo legal.
En tiempos bíblicos, parakletos era una palabra rara que apenas se usaba en su cultura. Pero cuando se usaba, esencialmente significaba «uno que defiende el caso de otro ante un juez». En términos modernos, es apropiado pensar en el Espíritu Santo como su abogado defensor.
Las implicaciones de esto son enormes. Principalmente, un abogado defensor nunca trabaja para probar tu culpabilidad. Y el Espíritu Santo tampoco. Esto se vuelve especialmente evidente al comprender la segunda clave que dio Jesús, que es el carácter del Abogado.
Clave 2: El carácter del Espíritu Santo
El Espíritu Santo no es como un abogado antipático y de lengua afilada que solo quiere otra victoria, no, Jesús te lo envió como «tu representante». Esto significa que todo lo que el Espíritu hace o habla en tu vida es una extensión del ministerio y el carácter de Jesús.
Se necesitaría un libro para explorar todas las formas en que Jesús se expresó mientras estuvo aquí en la tierra, pero en resumen, «Jesús anduvo haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo» (Hch 10,38).
En cada vuelta de página de los Evangelios, vemos que Jesús se esfuerza por tocar a los intocables, hablar a los inefables, perdonar a los imperdonables y ofrecer esperanza a los quebrantados. Nunca condena, avergüenza o menosprecia a ningún luchador.
Como representante de Jesús, el Espíritu Santo es igual de bueno, útil, sanador y positivo en Su comunicación contigo.
Poniéndolo todo junto
Las dos claves simples que acabamos de explorar revelan el Espíritu Santo de una manera que entendemos que no es el maestro o el padre que sigue a su hijo con una regla, listo para darle una palmada en la mano cuando se porta mal. El Espíritu Santo no es la «policía del pecado» de Dios
No, para los creyentes, el Espíritu Santo es el Dios que está de tu lado, siempre obrando para probar tu inocencia en Cristo. Cada forma en que Él se comunique contigo reflejará eso.
Entonces, ¿qué significa el nombre y el carácter del Espíritu para lo que escuchamos? Significa que puedes estar seguro de que cualquier voz que mencione tus faltas, fallas e imperfecciones para acusarte o amenazarte no es la voz de Dios.
Significa que no emite ni un susurro que signifique condenación, temor a represalias o amenaza de castigo. Después de todo, un defensor no golpea a su defendido sino que lo ayuda a levantarse. Es así como podemos distinguir la Voz de Dios y rechazar la voz del enemigo.