Como cristianos, tenemos que ser, como lo ha dicho Jesús: “Luz para el mundo”. Es por ello que, basados en la palabra de Dios, no podemos menos que hacerle ver al mundo sus errores.
No es posible que en los libros escolares de texto se presente la sexualidad totalmente deformada con respecto al proyecto de Dios para el hombre.
No podemos aceptar que, por ejemplo, se presente la identificación sexual como una “preferencia”, como si fuera algo que cada uno de nosotros pude escoger en un momento determinado, siendo que la Sagrada Escritura insiste continuamente en que Dios nos CREÓ hombre y mujer, es decir, no nos dio la opción a escoger lo que quisiéramos ser.
Nuestra identidad sexual está dada por lo que somos. Cualquier distorsión a esto debe considerarse como enfermedad o perversión. Por otro lado invita a la vida sexual activa al margen totalmente del matrimonio, instruyendo a los muchachos en la manera de vivirla de manera “segura”.
Con esto solamente esta promoviendo la desintegración familiar y la irresponsabilidad, marginando la actividad sexual de sus fundamentos: la procreación y la mutua complementariedad, llevándola solo al terreno del placer.
¿Qué podemos esperar de las próximas generaciones de familias? Es pues necesario estar atentos a esto, y en la medida de la posibilidad de cada uno, levantar su voz en las escuelas y ante las instituciones educativas para que todo esto se modifique.
Busquemos que la educación sexual, necesaria para los muchachos, esté en concordancia con el proyecto de Dios para el hombre.