Después de más de más de un año de investigación, el Vaticano publicó la semana pasada un documento de 460 páginas llamado Informe McCarrick que analiza una gran cantidad de testimonios que durante más de cuarenta años recibió sobre el cardenal Theodore McCarrick.
La de McCarrick es una historia de horror que muestra la doble vida de un hombre que al mismo tiempo que escaló hasta los más altos niveles en la iglesia católica, llevó una vida de perversidad, abuso sexual, pedofilia y homosexualidad, tolerada por el Vaticano.
Su escalada.
El cardenal Theodore McCarrick es uno de los hombres más influyentes de la iglesia católica de Estados Unidos. Altamente talentoso, de joven fue rector de la Universidad Católica de Puerto Rico, comenzó su carrera episcopal como obispo auxiliar en Nueva York, poco después fue nombrado obispo de la diócesis de Metuchen, en Nueva Jersey, luego fue elevado a arzobispo de Newark, y en el año 2000 lo nombraron arzobispo de Washington, y casi de inmediato el Papa Juan Pablo II lo nombró cardenal.
McCarrick fue conocido por sus increíbles habilidades diplomáticas; en múltiples ocasiones fue enviado a diferentes países para tratar asuntos católicos e incluso colaboró con el gobierno de Estados Unidos para mediar en el conflicto de Medio Oriente. Pero su mayor “virtud” era su capacidad para levantar fondos, era capaz de convencer a la persona más avara del mundo para donar. Se calcula que en su carrera como obispo y cardenal levantó más de cien millones de dólares para su fundación y para personalidades del Vaticano.
Era muy conocido por sus sobres con dinero en la temporada navideña, caía muy bien en la gente con mucho dinero, no solamente católicos, y llevaba una vida de “jet set”, se alojaba en los mejores hoteles, comía en los mejores restaurantes y viajaba en aviones privados de sus amigos millonarios.
Su doble vida.
En la medida en que su poder, su influencia y su fama crecía en Estados Unidos, en el Vaticano corría también el rumor de que McCarrick llevaba una doble vida. Abusaba sexualmente de varones menores, ya fueran de su parroquia, de su diócesis o seminaristas. Cuando viajaba siempre se hacía acompañar de un varón menor y encontraba una excusa para alojarse en una habitación con una sola cama y acostarse con él. Sin embargo, en ese momento sólo eran rumores, pues nadie se atrevía a denunciarlo por el enorme poder eclesiástico y político que McCarrick tenía.
Con el tiempo, revela el informe del Vaticano, fue dándose a conocer una enorme cantidad de cartas de personas que afirmaban haber sido víctimas o familiares o conocidos de personas víctimas del abuso sexual del cardenal McCarrick. De éstos testimonios tuvieron conocimiento los directivos del Vaticano, sin embargo, como eran testimonios anónimos, las autoridades del Vaticano los desecharon.
La tolerancia.
Cuando el Papa Juan Pablo II estaba considerando quién sería el más apto para ser el arzobispo de la arquidiócesis de Washington, le llegaron a sus manos las primeras acusaciones de McCarrick de abuso sexual y aún así decidió nombrarlo arzobispo, y no sólo eso, poco después lo nombró cardenal. Mientras tanto, en todo ese trayecto, McCarrick continúa con su vida de perversión sexual sosteniendo relaciones con varones menores y adultos, según consta en el informe.
La vida perversa del cardenal McCarrick continuó durante todo el pontificado de Benedicto XVI y, si acaso, cuando éste se enteró de que había rumores de la depravación sexual de McCarrick, le pidió que tuviera una vida de oración y penitencia, pero no abrió una investigación legal.
Cuando el Papa Francisco llega al pontificado, McCarrick ya es un hombre muy mayor y prácticamente ya nadie habla de él, por lo que el tema de sus perversidades sexuales no fue parte de la agenda del Papa, y no es sino hasta que la arquidiócesis de Washington recibe, apenas hace más de un año, una acusación directa, no anónima, de abuso sexual de McCarrick, cuando el Papa Francisco le excluye del colegio de cardenales y ordena una investigación que concluye con su expulsión, cuando McCarrick tiene ya 90 años de edad.
El informe McCarrick es muy extenso y a lo largo de sus 460 páginas describe minuciosamente las perversidades del cardenal; es una larga historia de horror que muestra lo depravado que puede ser una persona que fingió ser un hombre bueno pero que escondía la maldad detrás de un rostro simpático y una personalidad carismática.